06 Sep Ojo de poeta
Una belleza fatal
Cuenta el vecino de la vereda, que la abuela Ruth, la trajo de donde la tía Paquita, porque era una enredadera de bellas flores y muy resistente. Pronto creció en una matera cerca a la entrada y las vecinas que se antojaban de tenerla, a escondidas le sacaban un piecito que guardaban en el delantal y luego plantarla en sus jardines. De esto ya hace varios años, ahora la vemos por doquier asfixiando cercos vivos y bosques nativos.
Cuando nos enteramos que era invasora, ya era tarde, estaba muy extendida y hacía parte de nuestro paisaje. Los niños la hacían cómplice de sus juegos, las adolescentes las usaban para adornar sus cabelleras, los muchachos para conquistar chicas y los adultos para curar el mal de ojo o el susto. Era difícil verla como una enemiga, aunque a los ojos de todos era evidente que competía de manera desleal con otras plantas, que secaba árboles y borraba límites entre predios.
Los niños que asistían a la escuela rural, nos llegaron con la noticia de que afectaba la biodiversidad gravemente, que amenazaba nuestros cultivos, que tocaba erradicarla manualmente de raíz y que no se podía quemar, porque eso la dispersaba.
Ha sido difícil despedirnos de ella, porque su belleza nos había embrujado y porque en realidad es muy persistente; ella no quiere irse y nos muestra su color de atardecer para disuadirnos.
Yo que soy muy romántica, cada vez que veo una creciendo en la vera del camino, la arranco, le pido perdón con un soneto lastimero de despecho y la entierro.
Más Información: https://www.cornare.gov.co
No Comments